Index Astartes: Sentinels / Centinelas

   El Capitulo de Marines "Centinelas" fue un proyecto iniciado poco antes del ejercito de Saim Hann. Finalmente fue aparcado hasta terminar los Eldar, con la intención de retomar el proyecto a medio o largo plazo. El nuevo codex marines que sale en septiembre del 2013 será una buena oportunidad de retomar en proyecto.

   Cuando comencé el proyecto del capitulo, escribí  el trasfondo con las ideas que tenía en la cabeza (y que esta a continuación), nada especialmente original la verdad. Pero la denostada GW me dio la idea cuando, en el último Codex Caos, publicó una lista de capítulos excomulgados entre los que aparecían Los Centinelas.

   Aunque obviamente es tan sencillo como ignorarlos, me comentaron que mi capitulo teóricamente fue castigado a una cruzada en el Ojo del Terror donde sucumbieron a Slaanesh y al canibalismo. Una historia perfecta desde la que coger a mis tropas y darles una historia hasta la actualidad.

   Quería alejarme del formato más esquemático de la descripción del Capitulo para seguir narrando su historia de forma narrativa, por lo que mi Capitán  Tzu Woo, contará su propia historia para dar trasfondo a mis miniaturas. Por ello este "index" se divide en tres partes: el esquema habitual contando la organización e historia del capitulo; una serie de relatos desde el punto de vista del Capitan Tzu (y que enlaza a las tropas con el "actual" M41); y las fotos de las minis montadas hasta la fecha.

Index
Inicios:

   Los Centinelas fueron creados a partir de una base genética desconocida durante la tercera fundación. Con el Imperio estabilizado tras los días de la Purga, y nuevos y desconocidos enemigos surgiendo por toda la galaxia, además de los antiguos, se hacía patente la necesidad de tener fuerzas del Adeptus Astartes repartidas a lo largo y ancho del universo. Fueron muchos los capítulos creados en aquellos tiempos, y la inexperiencia en la creación de nuevas ramificaciones genéticas tendría terribles resultados en "Los Centinelas".

   Son muchas las mutaciones registradas entre los Adeptus Astartes, algunas de escasa importancia como la negra piel de los Salamandras, otras más prevalentes como los largos colmillos de los Lobos Espaciales, y otras tan terribles como para ser sospechosas como la Rabia Negra que afecta a los Ángeles Sangrientos.

   En el caso de los Centinelas, los problemas surgieron con las segundas generaciones de marines espaciales: llegado un estado en el que la glándula progenoide debería madurar los órganos propios de marine, el cuerpo se colapsa y la rechaza, matando al sujeto de una forma especialmente dolorosa si un apotecario no le da antes la paz del emperador. Si bien esto no sucedía con todas las glándulas, aproximadamente un tercio de ellas resultaban defectuosas, e incluso en generaciones actuales sigue ocurriendo. Por fortuna, en los últimos decenios muchos sujetos sobrevivían al rechazo, siendo adoptados como personal de la flota y los marines, llamándoles "Auxilias".

   El problema se maximiza si tenemos en cuenta que la mayoría de los Capítulos de Marines toman un mundo natal para poder reclutar efectivos y establecer una sólida defensa que beneficie a varios sistemas próximos, pero en el caso de los Centinelas se probo con éxito medio un nuevo concepto: usar una flota como base para que el nuevo capitulo hiciera las funciones de centinela errante.

   Así pues, el principal problema que le surgía al capitulo era de reclutamiento, sin un mundo salvaje o con una larga tradición guerrera, los Maestros de Reclutamiento se vieron obligados a recoger neófitos en cualquier mundo donde por una razón u otra llegase la flota. Los candidatos normalmente tienen que terminar de probar su pureza y valía con el Capitulo en marcha por las estrellas, y si se consideran una amenaza de algún tipo, el destino de este suele ser el oscuro vacío espacial. Mientras, los que se mostraban aptos rechazaban la glándula progenoide en un tercio de los casos, haciendo que cada una de estas glándulas validas tuvieran un valor añadido para el Capitulo y por tanto su recuperación fuese de vital importancia.

   La flota-base esta dotada de dos secciones, una compuesta por las barcazas de batalla típicas de los marines espaciales, que proporcionan la potencia de fuego y los medios para desembarcar allá donde sea necesario. La otra parte de la flota se compone de las naves logísticas con las armerías, manufactorum y reservas del Capitulo.

   Debido a su naturaleza nómada, los Centinelas consideran la movilidad toda una doctrina de guerra, y se encuentran muy especializados en asaltos planetarios. Disponen de un gran número de cápsulas de desembarco, que veneran tanto o más como lo son los Rhinos en otros capítulos.

   Además de la doctrina de desembarco orbital, los Centinelas son aleccionados en el arte de la guerra más tradicional. Respetan ante todo la habilidad táctica, adorando al Emperador como el más grande estratega que ha dado la humanidad. Este estudio de la guerra, desde las primitivas batallas con armas blancas del amanecer de la humanidad hasta el devastador presente dominado por titánicas armas, les ha llevado a considerar la emoción y la euforia del combate como madre de todo error táctico,  y por tanto de  fracaso bélico.

   Es por ello que luchan con resuelta frialdad, no hay tiempo para halagos o viscerales amenazas, rara vez se comunican con sus hermanos si no es para intercambiar información militarmente útil. Consideran más que sospechosos los emocionantes gritos que otros hermanos Astartes pronuncian en la batalla, sobretodo los montados en Land Speeder y motocicletas, y esta actitud hacía la adrenalina les ha causado más de un problema con capítulos como los Cicatrices Blancas o los Lobos Espaciales.

   Obviamente, consideran a los traidores excomulgados que vendieron su alma al Slaneesh como la mayor herejía que mancilla el universo conocido, y siempre que han tenido un encuentro con ellos han luchado con fría furia hasta exterminar cualquier vestigio de ellos.

   Los Centinelas se suscriben a la organización del Codex Astartes, si bien suelen sustituir los Rhinos asignados a las escuadras por cápsulas de desembarco en los primeros compases de su intervención. Si el conflicto dura más de lo esperado y se convierte en una guerra de desgaste, los Rhinos tomarán tierra y se pasará a una doctrina más tradicional; si bien el Capitán Tzu Woo de la Decimotercera compañía esta usando los nuevos Razorback con notable éxito.

   Si el desembarco orbital no es definitivo, los Centinelas suelen gustar de tomar los núcleos urbanos para operar desde ellos, por lo que son grandes combatientes en estos entornos, con una predilección por las armas de artillería y de los tanques pesados clase Vindicator antes de los más ligeros Predator. Así mismo, usan a sus exploradores como francotiradores para vigilar y hostigar las calles, fijando a las tropas enemigas en edificios o posiciones poco ventajosas.

   Tras la toma de los núcleos de población, se pasa a triangular y peinar minuciosamente la zona con escuadras de exploradores y vehículos rápidos como los land speeder o motocicletas, destruyendo cualquier bolsa de resistencia con los refuerzos próximos o con desembarcos desde órbita si es preciso.

   Este proceso podría llevar años en los sistemas más grandes, pero apoyados por escaneo desde las naves en órbita, y gracias a la alta especialización del capitulo, se cubren grandes cantidades de terreno en escaso tiempo.

Esquema táctico.


Historia:

   En sus primeras etapas, fueron asignados como tropas de apoyo de los Puños Imperiales, rindiendo de forma aceptable en las tareas defensivas que les fueron asignadas. Pero pronto fueron enviados en solitario, a manos del primer señor del Capitulo, el Veterano Capitán de los Puños Imperiales Octavius Vince. Se les asignó dos cruceros de batalla, el "Guardián" y el "Frío vigilante"; como muestra de hermandad y regalo de futuro, los Puños Imperiales les otorgaron una vieja barcaza que ya era reverenciada antes de la Herejía: la "Centinela". En reconocimiento a semejante presente, el Capitulo aún sin nombre supo como se llamaría.

   Tuvieron su bautismo de fuego contra el mundo orko de Graznal “Ezpachurramundoz”, cuyo Waghhh tomaba fuerza a lo largo del Ultima Segmentum. El asalto de tres compañías, apoyadas por las 30 armaduras de Exterminador otorgadas al capitulo fue todo un éxito, apenas se registraron bajas y no se perdió ninguna de las codiciadas armaduras tácticas dreadnaught durante el asalto a los tres núcleos orkos más importantes de la zona.

   En apenas un mes los orkos fueron milimétricamente cercados y eliminados, hasta convertirlos en bandas de poca importancia que las fuerzas locales, ahora liberadas y rearmadas, solo tardarían tres siglos en dar por destruidas completamente. De aquella primera y exitosa campaña nacieron muchos héroes para el capitulo: el hermano de asalto Zhukov acabó con el Caudillo Graznal y su escolta, pero la hazaña le costo tres de sus miembros e insalvables heridas más. Aún así, seguiría sirviendo a su capitulo durante muchos siglos más...  También se reclutaron efectivos para sustituir las bajas entre los antiguos esclavos humanos, los cuales dieron muestras de gran valor contra sus antiguos amos.

   El Capitulo participaría en varias campañas de escasa importancia, fogueándose sobretodo con incipientes Waghhh Orkos y contra planetas florecientes que pensaban no compartir su bonanza con el Imperio. En uno de estos sistemas secesionistas los Centinelas sufrirían su primer revés serio al perder casi toda la segunda y tercera compañía en un desastroso asalto orbital.

   El planeta Holle no se hallaba mal defendido por las fuerzas de defensa planetarias como se preveía, junto a esta se encontraba un nutrido destacamento de la traidora Legión Alfa, que con una marcial eficacia eliminaría a sus bisoños enemigos leales. Tras el desastre inicial, se destacó a toda la flota en el sistema Holle, y el Capitulo marcharía por segunda vez en su historia de forma completa. Ambos contendientes eran disciplinados y de una marcialidad absoluta, pero finalmente los Centinelas lograrían expulsar del sistema hasta la última fuerza traidora antes de iniciar el exterminatus contra el sublevado planeta.

   Con la segunda y tercera compañía eliminadas, el resto gravemente dañadas y sin posibilidad de reclutar refuerzos en el corrupto y desolado planeta, el capitulo tardaría muchos años en recuperarse al cien por cien. De hecho, se llego a barajar la posibilidad de eliminarlo y destacar a sus miembros en otros Capítulos, pero debido al defecto genético que albergaba, el Capitulo no podía ser absorbido.

   Aunque tardo numerosos años en llegar a efectivos de combate, las compañías perdidas en aquel maldito sistema nunca se modificarían, en honor a su valor. Es por ello que las actuales compañías se enumeran desde la onceava, de veteranos, a la vigésima, de exploradores.

   Actualmente, a 930.M36, el capitulo esta asignado al Ultima Segmentun, que se ve amenazado por numerosas incursiones de diversas clase. El Señor del Capitulo actual es Belisarius Zhukov, antiguo Capitán de la primera compañía (como es tradición entre los Centinelas antes de ascender a Señor del Capitulo) y veterano de numerosas campañas, entre ellas la primera campaña en la que cosecho su primera hazaña al acabar con el caudillo Orko Graznal “Ezpachurramundoz”. El veterano Señor del Capitulo sufrió terribles heridas en los albores del mismo, pero nada comparable a la campaña de Sibirus.

   En el helado mundo imperial, el ya por entonces Señor del Capitulo fue alcanzado por una detonación láser de un Prisma Eldar, que acabó con la vida de 4 guardias de honor y dejo al propio Almirante moribundo. Se tomo la medida desesperada de enterrarle en una de las antiquísimas armaduras Dreagnaught que tenia el capitulo, y desde ella ha seguido liberándolo desde entonces.

Organización:

   Como dicta el Codex Astarte la primera compañía, llamada Onceava, esta formada por veteranos, y a ella le están asignada las reverenciadas armaduras de exterminador. La decimosegunda y decimotercera compañías son las de más uso del capitulo. Siempre dispuestas para ser desplegadas en un teatro de guerra, generalmente se opta por un desembarco orbital de la decimosegunda compañía (bautizada por ello como “lluvia de muerte”) y el despliegue más pausado de la decimotercera compañía apoyada por los blindados del capitulo.

   La decimosegunda compañía esta actualmente liderada por el Capitán Lázaro, reclutado en el mundo de Torm tras una breve campaña que enfrentaría a los Centinelas con una de las ramificaciones de la flota enjambre Leviatán, es uno de los Capitanes de compañía más joven del Adeptus Astarte. Acostumbrado a liderar asaltos planetarios, esta más habituado al combate cuerpo a cuerpo que el resto de capitanes del capitulo, por lo que no es extraño verle en primera línea de combate con su escuadra de mando o con una escolta de Veteranos de Vanguardia.

   La decimotercera compañía se encuentra al mando del Capitán Tzu Woo, que ha demostrado ser un brillante estratega amoldándose a los teatros de guerra más insólitos. Generalmente forma un tandem muy peligroso junto a su hermano Capitán Lázaro, formando un yunque o un martillo según lo requiera la situación. Habitualmente Tzu Woo forma el avance terrestre más tradicional en los Marines Espaciales, aunque su autentica especialidad es el asedio.

   Son pocas las urbes que se le hayan resistido al veterano capitán, desde la ciudad colmena de Urbitem, que tuvo que ser tomada nivel a nivel en un tiempo récord; hasta la loable campaña de Neubara, donde las posiciones fortificadas de los Guerreros de Hierro pusieron a prueba la pericia de los blindados al mando de Tzu Woo.

   La decimocuarta Compañía y decimoquinta Compañía son, como dicta el Codex, compañías de batalla, listas para entrar en combate ya sea en despliegue rápido o a bordo de las cañoneras Thunderhaw del Capitulo. Casi siempre se despliegan una vez que la decimosegunda Compañía ha establecido una cabeza de puente, y siempre que dicha compañía junto a la decomotercera no tengan la capacidad de acabar con el conflicto en cuestión.

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Resurrección

982.M41
Puente de mando del "Centinela", Barcaza de origen desconocido.
 
   La negrura del espacio reflejaba la más obsoluta de la nada contra las mamparas del puente de mando, nada salvo la perdida mirada del Capitán Tzu Woo, que buscaba respuestas donde nunca las encontraría. Al menos habían salido de la Disformidad y la mera visión de la negrura perlada del espacio le tranquilizaba.
 
   Todavía se encontraba empapado en sudor y hollín del combate más meritorio, complejo y duro de una larga vida de luchas, aunque irónicamente también  había resultado el más trágico, carente de honor y gloria; y horrible de los que jamas hubiera o fuera a librar.
 
    En las últimas décadas había vivido en la más pura rabia, contenida en lo más profundo de su ser, tal y como se le había entrenado en una marcial educación que consideraba las emociones el peor de los enemigos de un soldado. Pero si la Voz del Emperador les castigaba a una misión suicidad en el Ojo del terror, ¿Quién era él para cuestionar la voluntad de Emperador? Le habían educado bajo su sabiduría y había entregado su existencia a servirle de la única manera que sabía, imponiendo su voluntad por toda la galaxia a sangre y fuego.
 
   Por eso la falsa acusación de herejía fue peor que cualquier impacto de los que sus carnes hubieran probado. Había luchado junto a hermanos Astartes de dudoso honor, pero él hubiera hecho todo lo necesario para cumplir sus ordenes, incluso luchar junto a Xenos u otros Astartes de los que nadie respondería.
 
   Ordenes, algo que ahora se le antojaba extraño. Ya no había nadie por encima suya en la cadena de mando para dárselas. Sus superiores habían caído en combate... o algo mucho peor les había ocurrido. Tuvo que ser la disformidad, algo horrible pasaba en aquellos planetas; algo tan odioso, antinatural y hambriento que se hizo con la mayoría de sus hermanos en segundos. Los que no se transformaron lucharon con valía, pero aunque aún no era capaz de asimilarlo, fueron devorados por sus propios hermanos.
 
   Él mismo había tenido que abatir con su fiel bólter a dos miembros de su escolta. Dos Veteranos con los que había servido en todos los infiernos de la galaxia, que se volvieron contra él como seres rabiosos. Lo peor fue ver como gozaban con cada proyectil que les destrozaba el torso. Gracias aquello al menos entendió que estaban solos, que era inútil intentar alcanzar los retazos de humanidad que pudieran quedar en aquellos seres.
 
   Tras ello todo sucedió muy rápido, tanto que rememorarlo, además de doloroso, le resultaba terriblemente  difícil. Sabía perfectamente que el combate había durado el equivalente a 32 horas y 43 minutos de Terra; pero en ese momento hubiera jurado ante el Emperador que llevaba años peleando. Por fortuna, en cuanto la situación ser torció más allá de lo imaginable, su omnisciente entrenamiento le hizo reaccionar sin dilación. Si conseguía llegar a las Thunderhawk, y alguna todavía operaba, tendría una ventana de oportunidad de llegar a la Barcaza que había sido su hogar desde los 7 años.
 
   El problema era salir de aquella batalla... masacre, realmente estaba siendo una masacre. Recordaba haber disparado incesantemente, con sus conmocionados hombres hombro con hombro haciendo lo propio. Su horror y el de sus tropas ante la locura caníbal de sus propios hermanos se convertía en imparable y preciso odio, abatían decenas de enemigos por minuto, pero su situación era más desesperada a cada segundo.
 
   Sí que recordaba con nitidez la primera vez que los vio. Ya había asumido que le quedaban menos de 5 minutos de vida, y ya solo se concentraba en llevarse a todos aquellos bastardos engendros babeantes de sangre antes de convertirse en el festín de alguno de ellos; cuando,de forma completamente inesperada, el más próximo a su flanco sencillamente reventó. Pronto sus infernales camaradas empezarían a caer a su alrededor bajo precisos disparos de bólter.
 
   Su primera esperanza, que no duro mucho, fue ver a sus hermanos y camaradas eliminando los falsos demonios que les habían sustituido. Pero solo pudo vislumbrar a tres Astartes, sin icono reconocible alguno, solo huesos y llamas decorando una armadura negra mate que no reflejaba la luz de los múltiples fuegos que le rodeaban.
 
   Por primera vez desde que fue nombrado miembro del capitulo por derecho propio, se quedo paralizado. Aquella misteriosa, precisa y brutalmente efectiva fuerza de combate, les estaba abriendo un camino por el que no se había permitía ni soñar desde hacía horas. Intentó contactar por radio en todos los canales de los que disponía, incluso se quito el casco temerariamente para gritarles; pero fue todo el exceso que se permitió antes de retirarse rápida pero ordenadamente hacía las Thunderhawks.
 
   Apenas media docena de las impresionantes cañoneras de desembarco estaban operativas. Eso era mentira. Sabía que las demás funcionaban, pero el problema eran sus tripulaciones. El Emperador al menos le otorgo la gracia de que sus ahora malditos hermanos que las tripulaban estaban  ocupados en sus macabros festines, abandonando las naves a su suerte y negando a sus nuevos aliados el apoyo aéreo que hubiera resultado funestamente definitivo.
 
   Con los escasos supervivientes que quedaban agotados, heridos y ensangrentados, había escapado del más terrible e increíble de los infiernos, solo para aterrizar en otra terrible prueba más.

Continuará...

Reconquista

    Del viaje de regreso desde la superficie del planeta en el que volvió a nacer apenas guardaba recuerdo. Suponía que tras rearmarse e intentar hacer un recuento de tropas, habrían despegado del horror rumbo a lo desconocido.

    Sabía que no era más que una huida hacía adelante, nada le aseguraba que su propio hogar, la Barcaza que antaño fue el orgullo de los suyos, no abriera fuego en cuanto estuvieran a su alcance. Pero contra eso nada podía hacer, así que dejo de lado los pensamientos fruto de la adredalina, como le habían enseñado; dejo atrás a sus caníbales hermanos de armas, a la oscura y extraña compañía sin heráldica que le había salvado la vida, dejo atrás la sensación de ser un pelele de los dioses y se concentro en su misión.

   Mientras la Thunderhawk, llamada Espíritu del Emperador, salia del campo gravitico de aquel maldito planeta sin nombre, sopesaba sus opciones. Si la poderosa nave los hubiera querido abatir, ya lo habría hecho, señal de que la tripulación todavía era leal, o estaba ocupada devorando o siendo devorada.

el puente capitán

   Aún dudaba si realmente lo escucho aquella vez, de la segunda no tenía duda, pero de aquella, pese haber pasado 20 horas y 17 minutos, no estaba seguro. Fuera como fuera, solo tenía una opción. Las cañoneras Thunderhawk no eran naves de abordaje, solo podría desembarcar en los hangares. Sus hombres no habían abierto la boca salvo para dar el recuento de supervivientes, les pareció fútil hacerlo de bajas. Estaban adiestrados, no, educados; para no usar las comunicaciones durante el combate salvo para dar concisa y útil información militar. Obviamente, ante semejante situación que acaban de soportar, nada útil podría decirse.

    Aún así, como Capitan, debía informar a sus hombres.

   - "Inminente desembarco. El objetivo primario es asegurar una cabeza de puente en los hangares, el objetivo principal es tomar el puente y asegurar el control de la nave. Disparar sin dilación a cualquier elemento hostil, provenga de donde provenga"

    Paso al canal interno de los pilotos, la barcaza estaba convirtiéndose de un punto en la oscuridad a un muro insoldable demasiado rápido.

   - "Aproximación oculta, mantengan la posición a 300 metros del vomitorio del hangar y aguarden ordenes"

   Inmediatamente se redujo la velocidad. A muchos comandantes y soldados con los que había luchado les sorprendía que los Centinelas nunca respondían a sus oficiales ni con un mero "Si, señor". Cuando le habían preguntado por ello, sencillamente respondía que un Centinela no respondía a las ordenes, las ejecutaba en el momento.

   Ordeno al piloto tomar distancia con los hangares, los augurios electrónicos mostraban múltiples individuos, la mayoría reunidos en corros, además de algún incendio de poca envergadura. Perfecto, no habían tomado una firme posición defensiva, aquellos seres no solo se habían abalanzado para devorarlos, muchos de ellos disparaban sus armas, ya fuera por la reminiscencia de su férrea instrucción o por un conato de diabólica conciencia; pero si les sorprendía el ataque no podrían montar una defensa efectiva a tiempo.

 -"Escuadrón, desplieguen a mis flancos, avanzamos hacía el hangar barriendo la cubierta defensiva automatizada, fuego ligero, evitar daños materiales que comprometan la estructura. Una vez en la cubierta de hangares, fuego de cobertura a las tropas de desembarco"

   Como si fueran reflejos de una única nave en un laberinto de espejos, las Thunderhaw se colocaron a derecha e izquierda del Espíritu del Emperador, en cuanto estuvieron alienadas; avanzaron al unisono a vertiginosa velocidad. En apenas segundos pudo observar los resplandores de los cañones láser, unos segundos más tarde una luz intermitente le indicaban que los bólter pesados empezaban a barrer de proyectiles las torretas defensivas, la mayoría operadas por servidores mecánicos.

   Al estar en el vacío, no le llegaba sonido alguno más que el rumor de los viejos motores de la cañonera operando a todo gas, hasta que cruzo las pantallas que aislaban el hangar. La nave estallo repentinamente en una explosión sonora. El chasquido de los cañones láser acompasaba el incesante ritmo de los bólter pesados, mientras un coro de impactos de bólter contra la Thunderhawk emulaba la más feroz de las granizadas.

   Las pantallas de la barcaza eran objeto de reverencia entre el Adeptvs Mechanicus de Marte, mantenían la atmósfera en el hangar pero los objetos sólidos pasaban, siempre y cuando las pantallas no estuvieran en modo de combate, entonces solo pasaban los objetos que portasen un disruptor con la señal adecuada, cosa que por supuesto disponían los vehículos del Capitulo. No pudo evitar durante un segundo pensar en las Cañoneras que aún estaban en el planeta.
  
   -"Desembarquen. Asalto total. No dejar heridos entre ellos"

   Pocos segundos antes de que se posarán las metálicas bestias que les habían llegado hasta allí, se abrieron los portones, de los que emergería una gris marea de muerte. Tras el infierno del que habían escapado aún en la piel y en la sangre, y con el apoyo pesado de las Thunderhawk, tomaron el hangar en 3 minutos y 25 segundos, momento en que eliminarían al último de aquellos seres.

   Él no bajo en la primera línea, las bravuconadas inútiles se las dejaba a hermanos de armas más irresponsables como los Lobos Espaciales y los Ángeles Sangrientos. Cuando se unió a sus hombres tenían el campo bajo control, y acababan con los últimos conatos de resistencia. Sus antiguos hermanos no habían intentado montar una defensa eficiente, cosa que no hubiera sido imposible durante al menos 20 minutos; pero se habían avalanzado contra una barrera de fuego concentrado entre risas y restos humanos.

   Sintió asco y se reprendió enseguida, debía concentrarse. El peligro de minusvalorar a su rival era obvio, por lo que intento concentrarse, empezaría por deducir todo lo posible de su entorno, tristemente familiar. Ni sus pilotos ni él mismo habían podido contactar con el puente, pero no perdía la esperanza de que se hubiera realizado una defensa eficiente en el último reducto de toda nave.

   Ojeando los restos se dio cuenta de algo.

   -"Una de cada dos escuadras de combate, buscad algún resto de auxiliar con marcas de haberse convertido"

Capitán Woo! El puente!

   Continuará... 

Toma de bienvenida

   El hermano Capitán de los Centinelas Tzu Woo se posiciono sobre la gigantesca esclusa del hangar de carga, ideada para que los vehículos del capitulo pudieran accedes al hangar. Tras él, sus hombres, agotados e imperturbables; esperaban sus ordenes en perfecta formación. Tras el horror que habían sufrido, y el que tal vez les esperaba en los pasillos de su hogar; sintió la necesidad de comunicarse con ellos, de infundirles parte de su clarividente determinación.

   Era una sensación extraña, los oficiales de su capitulo no solían dar arenga alguna, era completamente innecesario para su comedido se decían  pero en ese momento su cometido estaba más allá de cualquier precedente. Incluso tomando el puente, salir del Ojo del Terror era de por si un suicidio, otra forma de perecer si evitaban morir a manos de sus mentores, amigos y hermanos. Y si conseguían huir, volverían a un Imperio donde estaban acusados de Herejía.

   Pero morir por nada en aquel planeta perdido de la luz del Emperador no reportaría nada a la humanidad.

   - "Una vez un hombre abordó una nave aún más antigua que esta, con el único objetivo de matar a un Hijo. Recordar que un hermano es menos que un hijo"

   Sintió la sorpresa de todos y cada uno de los supervivientes, desde niño tenía una asombrosa capacidad de leer el lenguaje corporal de los demás. Se arrepintió en seguida de haber hablado. Ahora la vergüenza y la duda se mezclarían con sus ya de por sí tormentosos espíritus.

   - " Por el Emperador".

   Todavía no sabía quién fue aquel hombre, pero pronto todos y cada uno de aquellos destrozados supervivientes, se unirían escalonadamente a la letanía.

- "Por el Emperador" "Por el Emperador"

    Por Él sea entonces, al cuerno con nosotros. La pesada puerta mecánica protesto y crujió al abrirse, nunca la había oído sin un estruendo de hombres trabajando alrededor, y aquel amargo gruñido mecánico en el sepulcral silencio le dio mal presentimiento.
  
   Y penetraron en las tinieblas. Había oído las viejas leyendas, antiguas historias que hablan de pasillos de carne, siniestras costillas descomunales, el enloquecedor latido de un distante corazón y esfinteres en vez de puertas que vomitaban horribles demonios.

   Por fortuna, el aspecto de la nave no había cambiado en tanto grado, es cierto que había marcas de combates, pasillos enteros ennegrecidos y oliendo a carne asada; pero nada sacado de las leyendas que rodeaban la Herejía. Solo impactos de bólter en las paredes y restos orgánicos sembrados aquí y allá.

   Marchaba en vanguardia con los Lanzallamas pesados asegurando su avance; de tanto en tanto interrumpían algún dantesco banquete, pero el sagrado fuego acababa con cualquier horror convirtiéndolo en dispersas cenizas que flotaban perezosamente en el aire. Avanzaban cautelosamente, pasillo a pasillo, sala a sala, sin encontrar oposición real.

Capitán Tzu Woo, el tiempo se acaba, el puente Capitán.

   La mitad de su ser echaba a correr, la otra mitad le gritaba que era una trampa obvia. Tuvo que tomar una decisión, y si eso es algo que sabía hacer. Le habían educado para ello los últimos 70 años.

   - "Harper, Dredd, Rei; conmigo; Sargentos Hares, Vasilis, Simakov, conmigo."

   Pese a lo sorprendente de la orden, los hombres reaccionaron al unisono, formado a su alrededor. El Sargento Hares abrió un canal de comunicación privado con él.

   - " Señor, el codex no contempla el..."
   - "El codex es lo más sagrado de mi instrucción, es tanto o más para mi como para usted, Sargento. Tenga Fe en Él y espere a morir con orgullo cuando sea necesario"

   Ojala tuviera tanta seguridad en aquella extraña escuadra como en sus despóticas palabras, pero la duda mataba tantos hombres como los proyectiles, no era un lujo que pudieran permitirse en ese momento.

   - "Dividanse en tres cuerpos, avancen a la armería y tomen lo necesario para ocupar y controlar la sala de maquinas, la enfermería y establecer grupos de búsqueda y destrucción por las cubiertas."

  Estableció un canal con los tres hombres que había elegido, dos hermanos tácticos y el Veterano de la Guardia Salveterra, que fue su Sargento en su primera escuadra táctica; necesitaba sus lanzallamas. También añadió a los tres Sargentos con diversas armas de combate cuerpo a cuerpo y potencia de fuego a corta distancia, vital para la lucha en los pasillos.

   "Conmigo", musitó mientras se abalanzaba contra los pasillos tan raudo como la servoarmadura podía, rápidamente dos hermanos con  lanzallamas flanqueaban al Sargento Vasilis, que avanzaba al frente blandiendo su espada de energía contra los pocos desgraciados que iban encontrando en su frenética carrera.

   Tras cada puerta les podía esperar una horda babeante que los consumiría antes de poder reaccionar, pero la suerte, el destino, los designios del Emperador o los movimientos de algún lúdico dios, les permitió llegar a la antesala de puente ilesos. Ilesos y justo a tiempo.

Continuará...

La última batalla

   El Capellán Ramsey disfrutaba perversamente de aquel combate pese a lo desesperado de su situación. Estaban completamente copados, apenas quedaban una docena de hermanos junto a él; y si no fueran por la maquina de picar que era el hermano Omar ya habrían caído. Pero la armadura táctica dreadnought le protegía de los mordiscos y zarpazos de sus antiguos compañeros de armas, mientras su martillo subía y bajaba de forma incansablemente mecánica.

   Pero, al borde del colapso nervioso  y sin munición, sus existencias se limitaban a sobrevivir. Sintió un agradable cosquilleo cuando noto un cráneo ceder bajo el Crozius, empapado en sangre y restos de hueso, pelo y epidermis. Al menos moriría matando, el Emperador siempre era bueno con él. Por el rabillo del ojo vio como una de aquellas bestias, que se arrastraba con las piernas destrozadas por fuego de bólter, agarraba al desprevenido hermano Lucius por la cintura y lo hacía caer.

    Tan pronto estuvo en el suelo, se lanzaron sobre él sin orden ni concierto, inmovilizándolo por el mero peso de los cuerpos. Hubiera tenido aún una oportunidad si hubiera llevado el casco puesto, pero en la vorágine de las primera horas, cuando no sabían que estaba pasando, apenas habían podido equiparse adecuadamente. "Cuando no sabían que estaba pasando", como si ahora lo supiera.

   El hermano caído empezó a gritar y agitarse mientras le devoraban cara y cuello, pronto dejaría de resistirse. Si al menos su pistola de plasma aún funcionase... podría dar la paz del Emperador a sus hermanos caídos, pero la arcaica arma se había sobre-calentado y casi le arranca una mano de una fuga de plasma incandescente.

   Apenas estaba a 10 metros de la entrada al puente, último reducto de todo navío y el único lugar donde podían atreverse a soñar con una huida. El grueso del capitulo estaba desplegado en la superficie del planeta sobre el que orbitaba la flotilla del capitulo, pero la ausencia de comunicaciones y de respuesta a la petición de refuerzos de las primeras horas auguraban lo peor. Si pudiera llegar al puente...

   Evitó un abrazo que hubiera sido mortal dando un pequeño salto a la derecha, a continuación su Crozius dibujo un arco en el aire para terminar en un golpe contra la nuca de su rival, un golpe que hubiera matado en el acto a cualquier persona normal, pero que apenas aturdió al poseído Astarte que no hace tanto debía proteger de la maligna influencia de la disformidad.

   Se sonreía ante la prueba de su fracaso, justo antes de derribarla con un barrido y darle la paz que tanto buscaba con un certero golpe del Crozius entre los ojos. Cada golpe que recibían aquellos demonios era recibido con muestras de gran placer y una sonrisa en sus vicioso rostro; al principio le perturbo profundamente ese comportamiento, pero en cuanto la sangre empezó a correr, como siempre le pasaba, el se regodeaba de cada violento matiz y macabro detalle. Casi le daban ganas de unirse a esos gritos de placer, pero su conducta, y más siendo un Capellán, le hubieran puesto en el ojo de huracán .. claro que poco importaba todo ello ahora.

   Durante unos segundo pudo volver a mirar a los portones del puente, seguían saliendo extraños fogonazos de las rendijas, pero no se oía disparo alguno; lo que lo hacía todo más extraño aún si cabe. Rezaba al Emperador por poder abrir la maldita esclusa y poder entender que demonios pasaba en el centro neuralgico de la nave.

   Todos los sistemas de alarma de su servo-armadura se activaron cuando le derribaron, no sabía como ni que, pero había dado contra el suelo de espaldas y en esa situación pronto perecería devorado por sus insaciables muchachos. Todavía estaba tomando conciencia de la situación cuando una de aquellas bestias se le abalanzó. Pese a todo, era un Astarte y como tal se entrenaba a diario, sus géneticamente mejorados reflejos también ayudaron a interponer el Crozius entre su enemigo y él.

    La situación era muy delicada, cualquiera de aquellos seres podría quitarle el casco de un manotazo y entonces nada le salvaría. Ya tenía tres de aquellos asquerosos encima, todo había acabado y finalmente encontraría la muerte violenta que había buscado por media galaxia.

   De súbito escucho detonaciones, el avieso siseo de los lanzallamas y el sordo chasquido del plasma; un sinfonía de vida en sus oídos. Volteo al último de sus atacantes y se situó sobre él, juntando las manos formo una imparable maza y descargo toda la adrenalina y el miedo sobre su deformado rostro. No necesito un segundo golpe.

   Localizo su Crozius en el suelo, lo agarro firmemente y se irguió. Ese bastardo de Woo había salido vivo. Imposible. Tenía tantas preguntas como respuestas para él, pero no tuvo oportunidad.

   - "Hermano Omar, soy el Capitán de la decimotercera Compañía Tzu Woo, por tanto máxima autoridad viva del Capitulo. Al menos que entremos en el puente de una maldita vez y salgamos de aquí nuestro nombre quedará manchado para siempre".

   No necesitaba más explicación. La pesada armadura de exterminador, con sus casi 4 metros de altura, reaccionó sorprendentemente rápido. La carga del martillo hendió las ancianas puertas, y una luz azul deslumbro a todos los presentes.

Continuará...

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El puente

   El hermano Omar se precipito hacía el corazón del puente; la luz azulada inundaba todo y pese a los sistemas de visión mejorada de su casco y sus ojos genéticamente diseñados, apenas distinguía al pesado exterminador como una mácula en aquel universo azul.

   Tras breves segundos, los sistemas del casco mejoraron el balance de color, y pudo contemplar con estupor la escena que se desarrollaba en el vetusto puente. Un circulo de auxilias rodeaba al Bibliotecario jefe del Capitulo, el hermano Sheen, que estaba cubierto de sangre y rodeado por una cúpula de energía psíquica  Aquella cúpula lo protegía de los ataques de los auxilia, rayos de energía pura que crepitaba y explotaba en deflagraciones azules.

   No entendía absolutamente nada de lo que allí acontecía, la mayor parte de los auxilias del capitulo no tenían ni nombre, aunque todos estaban numerados para su rápida identificación. Algunos eran humanos corrientes con alguna habilidad o conocimiento técnico útil, y una buena fracción la integraban aquellos hermanos que habían sufrido la maldición de la semilla pero no habían muerto.

   Desde su origen, como todo miembro del capitulo sabía, la semilla genética que permitía crear Astartes, tenía una tara: reacciones genéticas impredecibles que solían acabar en mutaciones, crecimientos desproporcionados y en algunos casos, la muerte. Si el sujeto no sufría más que un crecimiento desproporcionado o mutaciones menores como chepas o enanismo, ingresaba en el cuerpo de auxilias para servir al capitulo como armero, piloto, enfermeros y cualquier función que pudiera asumir.

   Por ello, el hecho de ver al psíquico más poderoso que conocía batirse en duelo con los ayudantes de personal del Capitulo resultaba para el Capitán Tzu Woo una imagen difícil de digerir. Pero había detalles que no dejaban duda sobre quien suponía una amenaza, como los cadáveres destrozados del personal de puente y algún hermano caído pese a tener su servoarmadura intacta.

   Dos auxilias, hermanos gemelos reclutados en Classis IV hacía ya un buen puñado de años, le miraron al unisono para, en una fracción de segundo, inundar su mente con lo allí acontecido. Vio reuniones en zonas oscuras de la barcaza, donde los auxilian se unían en comunión psíquica para leer el tarot imperial. Vio años de rutinarios servicios menores, aguantando el ansía por la próxima reunión clandestina, o como unas breves palabras aparentemente inocentes o destacar un documento en una olvidada mesa cambiaba la estrategia y el destino de 1000 hombres. Finalmente, vio con lagrimas en los ojos la caída en la locura dentro de la propia nave, como habían defendido el puente y mantenido en un campo de éxtasis psíquico al poderoso Bibliotecario, al menos durante breves periodos de tiempo.

   Volvió a la realidad justo para contemplar la muerte del hermano Omar, el Bibliotecario Sheen lo envolvió en un torrente de energía pura, dejando la poderoso guerrero convertido en una armadura vacía carente de vida. A continuación, en un fluido movimiento, hizo un mortal arco con su espada psíquica, decapitando a uno de los gemelos auxilia. Con ello, su idéntico hermano y los más cercanos de sus compañeros salieron despedidos hacía atrás, golpeándose violentamente con los paneles de control del puente.

   - Fuego, fuego, fuego!!

   La enorme y vetusta sala se ilumino con cientos de fogonazos, que rodearon al Capitán Tzu en su carrera. Arremetió contra el maldito Bibliotecario, y le pareció ver que sonreía antes de golpearle a más de tres metros de distancia con un mero gesto de la mano. Tzu se encontró con el duro suelo, antes de poder incorporarse, sintió otro tremendo golpe  cuando su rival aterrizo sobre su pecho. Desesperado, braceo buscando un arma, agarró firmemente una empuñadura y barrió las piernas que le aprisionaban con el pesado martillo trueno del difunto hermano Omar.

  Con un ruido sordo el corrupto hermano Sheen cayo junto a él, desorientado por el ataque. Con un esfuerzo que hizo saltar todos los sistemas de alarma de su servoarmadura, aprovecho la inercia del martillo para elevarlo y dejarlo caer sobre el rostro desnudo del antes venerado psíquico, provocando su muerte con un desagradable crujido de huesos rotos.

   Tras el titánico esfuerzo, se incorporó aún en estado de alerta, pero las armas bajadas de sus compañeros y el silencio sepulcral solo roto por el llanto de los Auxilias heridos y exhaustos, le convenció de que lo peor había pasado.

   - Salgamos de aquí de una vez por todas - musitó.

   - Capitán - crepito la radio - hemos encontrado al Astropata Lazarus... o al menos creemos que son sus restos.

   Sin navegante sería imposible salir de aquel maldito sistema, su suerte estaba por tanto echada desde mucho antes de asaltar la nave. Como si leyese sus pensamientos, en gemelo vivo de los Auxilias se le aproximó.

   - Capitán Tzu Woo, gracias por acudir a nuestra llamada, tal vez yo pueda ayudar a que salgamos de aquí - dijo mirándole directamente a los ojos, cosa que no era habitual entre el personal de apoyo humano.

   - Ni los psíquicos más poderosos pueden mirar en la disformidad sin perder la cordura, pero gracias... por todo supongo.

   - No seré yo quién mire al éter Capitán, mi hermano lo hará por nosotros.

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   Minis montadas/ pintadas ha día de hoy (07/08//2013)

    Capitán Tzu y Auxilias

   Capellán Ramsey
   
   10 Exterminadores tácticos:

   5 Exterminadores de asalto

7 Veteranos de la Guardia:

   20 Tácticos

    5 Exploradores camperos.

   10 Marines de Asalto:

   10 Devastadores

   1 Dreag de disparo...

   Y otro de Hierro:

   1 Rhino/Razorbak
   Y un servidor:

   Queda por montar (y pintar):

   37 Tácticos
   10 Beckies (que harán de Veteranos)
   1 Razor / Rhino
   1 Rhino
   1 Rhino clásico.
   2 Cápsulas de desembarco
   6 Veteranos (minis del Rogue Trader de metal)
   11 Veteranos (minis de 3ª a 5ª Edicion)
   1 Moto de Ataque
   3 Motoristas
   1 Capellán en moto
   1 Land Speeder
   1 Paladín del Emperador
   1 Capellán a pie
   1 Tecnomarine con servo-arnés
   3 Servidores
   2 Apotecarios
   20 minis de "Auxilias" de diversos orígenes.
   5 Cruzados
   1 Vindicare
   1 Inquisidor
   2 Capitán
   1 Caballero Paladín

   Si has leído hasta aquí, mil gracias! Cualquier comentario será bienvenido.