Hace ya mucho tiempo empecé a escribir el trasfondo de mi capitulo de marines (cuyo nuevo Codex sale hoy a la venta), primero hice una suerte de Index Astartes, y con ello me puse a montar miniaturas pensando en el codex Astartes y en el vainillismo más puro para mi capitulo. Pero en un golpe de suerte (o no) y para mi sorpresa, mi capitulo de invención propia aparecía en último Codex Caos como excomulgado y enviado al Ojo del terror durante la Cruzada Insoldable el 321.M37, y lo que es peor, convertidos en caníbales de Slaanesh que se autodenominan La Hermandad Corpus.
Decidí que de aquel trágico suceso, algunas naves de la flota escapó a la corrupción, y escribí varios relatos cuya primera parte acabo con esta entrada. Para leer todo el trasfondo y los relatos previos a estos, solo tenéis que ir al Index Astartes de Los Centinelas.
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El hermano Omar se precipito hacía el corazón del puente; la luz azulada inundaba todo y pese a los sistemas de visión mejorada de su casco y sus ojos genéticamente diseñados, apenas distinguía al pesado exterminador como una mácula en aquel universo azul.
Tras breves segundos, los sistemas del casco mejoraron el balance de color, y pudo contemplar con estupor la escena que se desarrollaba en el vetusto puente. Un circulo de auxilias rodeaba al Bibliotecario jefe del Capitulo, el hermano Sheen, que estaba cubierto de sangre y rodeado por una cúpula de energía psíquica Aquella cúpula lo protegía de los ataques de los auxilia, rayos de energía pura que crepitaba y explotaba en deflagraciones azules.
No entendía absolutamente nada de lo que allí acontecía, la mayor parte de los auxilias del capitulo no tenían ni nombre, aunque todos estaban numerados para su rápida identificación. Algunos eran humanos corrientes con alguna habilidad o conocimiento técnico útil, y una buena fracción la integraban aquellos hermanos que habían sufrido la maldición de la semilla pero no habían muerto.
Desde su origen, como todo miembro del capitulo sabía, la semilla genética que permitía crear Astartes, tenía una tara: reacciones genéticas impredecibles que solían acabar en mutaciones, crecimientos desproporcionados y en algunos casos, la muerte. Si el sujeto no sufría más que un crecimiento desproporcionado o mutaciones menores como chepas o enanismo, ingresaba en el cuerpo de auxilias para servir al capitulo como armero, piloto, enfermeros y cualquier función que pudiera asumir.
Por ello, el hecho de ver al psíquico más poderoso que conocía batirse en duelo con los ayudantes de personal del Capitulo resultaba para el Capitán Tzu Woo una imagen difícil de digerir. Pero había detalles que no dejaban duda sobre quien suponía una amenaza, como los cadáveres destrozados del personal de puente y algún hermano caído pese a tener su servoarmadura intacta.
Dos auxilias, hermanos gemelos reclutados en Classis IV hacía ya un buen puñado de años, le miraron al unisono para, en una fracción de segundo, inundar su mente con lo allí acontecido. Vio reuniones en zonas oscuras de la barcaza, donde los auxilian se unían en comunión psíquica para leer el tarot imperial. Vio años de rutinarios servicios menores, aguantando el ansía por la próxima reunión clandestina, o como unas breves palabras aparentemente inocentes o destacar un documento en una olvidada mesa cambiaba la estrategia y el destino de 1000 hombres. Finalmente, vio con lagrimas en los ojos la caída en la locura dentro de la propia nave, como habían defendido el puente y mantenido en un campo de éxtasis psíquico al poderoso Bibliotecario, al menos durante breves periodos de tiempo.
Volvió a la realidad justo para contemplar la muerte del hermano Omar, el Bibliotecario Sheen lo envolvió en un torrente de energía pura, dejando la poderoso guerrero convertido en una armadura vacía carente de vida. A continuación, en un fluido movimiento, hizo un mortal arco con su espada psíquica, decapitando a uno de los gemelos auxilia. Con ello, su idéntico hermano y los más cercanos de sus compañeros salieron despedidos hacía atrás, golpeándose violentamente con los paneles de control del puente.
- Fuego, fuego, fuego!!
La enorme y vetusta sala se ilumino con cientos de fogonazos, que rodearon al Capitán Tzu en su carrera. Arremetió contra el maldito Bibliotecario, y le pareció ver que sonreía antes de golpearle a más de tres metros de distancia con un mero gesto de la mano. Tzu se encontró con el duro suelo, antes de poder incorporarse, sintió otro tremendo golpe cuando su rival aterrizo sobre su pecho. Desesperado, braceo buscando un arma, agarró firmemente una empuñadura y barrió las piernas que le aprisionaban con el pesado martillo trueno del difunto hermano Omar.
Con un ruido sordo el corrupto hermano Sheen cayo junto a él, desorientado por el ataque. Con un esfuerzo que hizo saltar todos los sistemas de alarma de su servoarmadura, aprovecho la inercia del martillo para elevarlo y dejarlo caer sobre el rostro desnudo del antes venerado psíquico, provocando su muerte con un desagradable crujido de huesos rotos.
Tras el titánico esfuerzo, se incorporó aún en estado de alerta, pero las armas bajadas de sus compañeros y el silencio sepulcral solo roto por el llanto de los Auxilias heridos y exhaustos, le convenció de que lo peor había pasado.
- Salgamos de aquí de una vez por todas - musitó.
- Capitán - crepito la radio - hemos encontrado al Astropata Lazarus... o al menos creemos que son sus restos.
Sin navegante sería imposible salir de aquel maldito sistema, su suerte estaba por tanto echada desde mucho antes de asaltar la nave. Como si leyese sus pensamientos, en gemelo vivo de los Auxilias se le aproximó.
- Capitán Tzu Woo, gracias por acudir a nuestra llamada, tal vez yo pueda ayudar a que salgamos de aquí - dijo mirándole directamente a los ojos, cosa que no era habitual entre el personal de apoyo humano.
- Ni los psíquicos más poderosos pueden mirar en la disformidad sin perder la cordura, pero gracias... por todo supongo.
- No seré yo quién mire al éter Capitán, mi hermano lo hará por nosotros.
Decidí que de aquel trágico suceso, algunas naves de la flota escapó a la corrupción, y escribí varios relatos cuya primera parte acabo con esta entrada. Para leer todo el trasfondo y los relatos previos a estos, solo tenéis que ir al Index Astartes de Los Centinelas.
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El hermano Omar se precipito hacía el corazón del puente; la luz azulada inundaba todo y pese a los sistemas de visión mejorada de su casco y sus ojos genéticamente diseñados, apenas distinguía al pesado exterminador como una mácula en aquel universo azul.
Tras breves segundos, los sistemas del casco mejoraron el balance de color, y pudo contemplar con estupor la escena que se desarrollaba en el vetusto puente. Un circulo de auxilias rodeaba al Bibliotecario jefe del Capitulo, el hermano Sheen, que estaba cubierto de sangre y rodeado por una cúpula de energía psíquica Aquella cúpula lo protegía de los ataques de los auxilia, rayos de energía pura que crepitaba y explotaba en deflagraciones azules.
No entendía absolutamente nada de lo que allí acontecía, la mayor parte de los auxilias del capitulo no tenían ni nombre, aunque todos estaban numerados para su rápida identificación. Algunos eran humanos corrientes con alguna habilidad o conocimiento técnico útil, y una buena fracción la integraban aquellos hermanos que habían sufrido la maldición de la semilla pero no habían muerto.
Desde su origen, como todo miembro del capitulo sabía, la semilla genética que permitía crear Astartes, tenía una tara: reacciones genéticas impredecibles que solían acabar en mutaciones, crecimientos desproporcionados y en algunos casos, la muerte. Si el sujeto no sufría más que un crecimiento desproporcionado o mutaciones menores como chepas o enanismo, ingresaba en el cuerpo de auxilias para servir al capitulo como armero, piloto, enfermeros y cualquier función que pudiera asumir.
Por ello, el hecho de ver al psíquico más poderoso que conocía batirse en duelo con los ayudantes de personal del Capitulo resultaba para el Capitán Tzu Woo una imagen difícil de digerir. Pero había detalles que no dejaban duda sobre quien suponía una amenaza, como los cadáveres destrozados del personal de puente y algún hermano caído pese a tener su servoarmadura intacta.
Dos auxilias, hermanos gemelos reclutados en Classis IV hacía ya un buen puñado de años, le miraron al unisono para, en una fracción de segundo, inundar su mente con lo allí acontecido. Vio reuniones en zonas oscuras de la barcaza, donde los auxilian se unían en comunión psíquica para leer el tarot imperial. Vio años de rutinarios servicios menores, aguantando el ansía por la próxima reunión clandestina, o como unas breves palabras aparentemente inocentes o destacar un documento en una olvidada mesa cambiaba la estrategia y el destino de 1000 hombres. Finalmente, vio con lagrimas en los ojos la caída en la locura dentro de la propia nave, como habían defendido el puente y mantenido en un campo de éxtasis psíquico al poderoso Bibliotecario, al menos durante breves periodos de tiempo.
Volvió a la realidad justo para contemplar la muerte del hermano Omar, el Bibliotecario Sheen lo envolvió en un torrente de energía pura, dejando la poderoso guerrero convertido en una armadura vacía carente de vida. A continuación, en un fluido movimiento, hizo un mortal arco con su espada psíquica, decapitando a uno de los gemelos auxilia. Con ello, su idéntico hermano y los más cercanos de sus compañeros salieron despedidos hacía atrás, golpeándose violentamente con los paneles de control del puente.
- Fuego, fuego, fuego!!
La enorme y vetusta sala se ilumino con cientos de fogonazos, que rodearon al Capitán Tzu en su carrera. Arremetió contra el maldito Bibliotecario, y le pareció ver que sonreía antes de golpearle a más de tres metros de distancia con un mero gesto de la mano. Tzu se encontró con el duro suelo, antes de poder incorporarse, sintió otro tremendo golpe cuando su rival aterrizo sobre su pecho. Desesperado, braceo buscando un arma, agarró firmemente una empuñadura y barrió las piernas que le aprisionaban con el pesado martillo trueno del difunto hermano Omar.
Con un ruido sordo el corrupto hermano Sheen cayo junto a él, desorientado por el ataque. Con un esfuerzo que hizo saltar todos los sistemas de alarma de su servoarmadura, aprovecho la inercia del martillo para elevarlo y dejarlo caer sobre el rostro desnudo del antes venerado psíquico, provocando su muerte con un desagradable crujido de huesos rotos.
Tras el titánico esfuerzo, se incorporó aún en estado de alerta, pero las armas bajadas de sus compañeros y el silencio sepulcral solo roto por el llanto de los Auxilias heridos y exhaustos, le convenció de que lo peor había pasado.
- Salgamos de aquí de una vez por todas - musitó.
- Capitán - crepito la radio - hemos encontrado al Astropata Lazarus... o al menos creemos que son sus restos.
Sin navegante sería imposible salir de aquel maldito sistema, su suerte estaba por tanto echada desde mucho antes de asaltar la nave. Como si leyese sus pensamientos, en gemelo vivo de los Auxilias se le aproximó.
- Capitán Tzu Woo, gracias por acudir a nuestra llamada, tal vez yo pueda ayudar a que salgamos de aquí - dijo mirándole directamente a los ojos, cosa que no era habitual entre el personal de apoyo humano.
- Ni los psíquicos más poderosos pueden mirar en la disformidad sin perder la cordura, pero gracias... por todo supongo.
- No seré yo quién mire al éter Capitán, mi hermano lo hará por nosotros.
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